Jordi Maseras
nos explica qué son y para que sirven las HÉLICES DE PROA.
Las hélices
de proa o también llamadas hélices de maniobra nacieron por un motivo puramente
económico. La necesidad de evitar pérdidas de tiempo junto al coste de los
remolcadores hizo que se implantaran, primero en proa y más tarde en proa y
popa, a los ferrys de pasajeros en líneas de gran tráfico y movimiento.
Según el tipo
y tamaño de la embarcación las hélices de proa pueden llegar a tener hasta seis
palas. Foto: Jordi Maseras.
Con el paso
del tiempo este sistema se fue implantando cada vez más en barcos mercantes de
menor tonelaje y en los yates de lujo de gran porte. A medida que se fue
comprobando su eficacia lo fueron adoptando las embarcaciones de recreo de
menor tamaño. En la actualidad cada vez es más corriente encontrar
embarcaciones de pequeña y mediana eslora que lleven incorporado un propulsor
de maniobra en proa.
Las hélices
de proa se parecen mucho a los propulsores convencionales, en formato más
reducido y con la diferencia de que el eje de giro es transversal al sentido de
la marcha del barco.
Actualmente
los distintos fabricantes disponen de muchas soluciones para adaptar sus
distintos modelos a prácticamente cualquier tipo de carena facilitando cada vez
más los atraques y las abarloadas a los muelles.
Dos son las
ventajas fundamentales de las hélices de proa, por un lado, nos permiten la
maniobra en lugares estrechos, complicados y, sobre todo, en amarres
desconocidos. Por otra, no nos veremos afectados por las corrientes o por el
efecto del abatimiento producido por el viento a la hora de realizar la
maniobra. También podríamos añadir una tercera ventaja, nos podemos olvidar de
los efectos evolutivos que producen en el rumbo la combinación de la hélice,
timón y arrancada cuando estamos realizando las maniobras tanto en lugares
estrechos como en los amplios.
En esta foto
se aprecia claramente el trabajo realizado para la instalación de una doble
hélice de proa. Foto: Jordi Maseras.
Disponer de
una hélice de maniobra en proa hace mucho más fáciles los movimientos laterales
de la proa de la embarcación, tan a menudo difíciles de controlar por el viento
o las corrientes.
Antes de
tomar la decisión de qué hélice puede ser la apropiada para instalar en nuestra
embarcación deberemos tomar en consideración algunos factores que nos ayudarán
a elegir correctamente.
Ante todo
deberemos escoger el tipo de propulsión. Si disponemos de espacio útil y de una
instalación hidráulica a bordo, no nos será difícil escoger un tipo de
propulsión hidráulica. De todas formas, la gran mayoría de las instalaciones
suelen ser eléctricas. También tendremos la posibilidad de escoger entre una o
dos hélices.
Hay que tener
en cuenta que la fuerza de propulsión de la hélice de proa es la que determina
su efectividad y no la potencia de su motor. La efectividad viene dada por el
resultado de la combinación de los siguientes factores: la potencia del motor
eléctrico, la hélice (diámetro, paso y número de revoluciones) y también la
mayor o menor pérdida de efectividad en el conducto o túnel. La fuerza de
propulsión nominal sólo se puede alcanzar en condiciones óptimas, pudiendo
verse afectada de forma negativa por los siguientes factores:
– Una tensión
de alimentación baja en el motor como consecuencia de una tensión de batería
insuficiente. (Es recomendable instalar una batería independiente para el
propulsor.)
– Caída de la
tensión debida a cables demasiado largos o de sección inferior a la
correspondiente.
– Capacidad
de batería insuficiente.
– Posición
del conducto o túnel y su conexión con el casco. (Forma de las aberturas del
túnel.)
– Forma y
tamaño de las rejillas de protección de las entradas del túnel. (En caso de
instalarse.)
También es
importante tener en cuenta que cuanto menor sea el diámetro del túnel, menor
será su resistencia bajo el agua y, por consiguiente, menor la pérdida de
velocidad en navegación. Además, un diámetro pequeño permite que el túnel se
pueda situar más a proa, lo que mejora considerablemente su efectividad por el
aumento del momento de giro de la embarcación.
Si la
instalación está bien hecha, en las embarcaciones a vela, la pérdida de
velocidad en navegación es mínima. Foto: Jordi Maseras.
También
existen sistemas retráctiles, cada vez más utilizados en las embarcaciones a
vela, que permiten que la obra viva no se vea alterada durante la navegación.
Estos métodos también permiten instalar el conjunto más a proa, aunque tienen
el inconveniente de que ocupan un mayor espacio en el interior.
Debido al
alto consumo de los motores eléctricos de las hélices de proa, es aconsejable
su utilización únicamente durante unos segundos para acabar o empezar una
maniobra. Deberíamos colocar el barco en su amarre con la ayuda del motor o
motores principales y contrarrestar la deriva o el abatimiento con la hélice de
proa en el último momento.
Por último
añadir que, desde hace algunos años, existen unos conjuntos monitorizados más
sofisticados que, cuando se activan, conectan el motor principal, el piloto
automático y la hélice de proa en un solo mando en forma de joystick de manera
que durante las maniobras de atraque y desatraque el gobierno del barco se
realiza únicamente a través de este mando.
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