jueves, 27 de octubre de 2016

Cosas de barcos...

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Jordi Maseras nos explica qué son y para que sirven las HÉLICES DE PROA.

Las hélices de proa o también llamadas hélices de maniobra nacieron por un motivo puramente económico. La necesidad de evitar pérdidas de tiempo junto al coste de los remolcadores hizo que se implantaran, primero en proa y más tarde en proa y popa, a los ferrys de pasajeros en líneas de gran tráfico y movimiento.


Según el tipo y tamaño de la embarcación las hélices de proa pueden llegar a tener hasta seis palas. Foto: Jordi Maseras.
Con el paso del tiempo este sistema se fue implantando cada vez más en barcos mercantes de menor tonelaje y en los yates de lujo de gran porte. A medida que se fue comprobando su eficacia lo fueron adoptando las embarcaciones de recreo de menor tamaño. En la actualidad cada vez es más corriente encontrar embarcaciones de pequeña y mediana eslora que lleven incorporado un propulsor de maniobra en proa.

Las hélices de proa se parecen mucho a los propulsores convencionales, en formato más reducido y con la diferencia de que el eje de giro es transversal al sentido de la marcha del barco.

Actualmente los distintos fabricantes disponen de muchas soluciones para adaptar sus distintos modelos a prácticamente cualquier tipo de carena facilitando cada vez más los atraques y las abarloadas a los muelles.

Dos son las ventajas fundamentales de las hélices de proa, por un lado, nos permiten la maniobra en lugares estrechos, complicados y, sobre todo, en amarres desconocidos. Por otra, no nos veremos afectados por las corrientes o por el efecto del abatimiento producido por el viento a la hora de realizar la maniobra. También podríamos añadir una tercera ventaja, nos podemos olvidar de los efectos evolutivos que producen en el rumbo la combinación de la hélice, timón y arrancada cuando estamos realizando las maniobras tanto en lugares estrechos como en los amplios.



En esta foto se aprecia claramente el trabajo realizado para la instalación de una doble hélice de proa. Foto: Jordi Maseras.
Disponer de una hélice de maniobra en proa hace mucho más fáciles los movimientos laterales de la proa de la embarcación, tan a menudo difíciles de controlar por el viento o las corrientes.

Antes de tomar la decisión de qué hélice puede ser la apropiada para instalar en nuestra embarcación deberemos tomar en consideración algunos factores que nos ayudarán a elegir correctamente.

Ante todo deberemos escoger el tipo de propulsión. Si disponemos de espacio útil y de una instalación hidráulica a bordo, no nos será difícil escoger un tipo de propulsión hidráulica. De todas formas, la gran mayoría de las instalaciones suelen ser eléctricas. También tendremos la posibilidad de escoger entre una o dos hélices.

Hay que tener en cuenta que la fuerza de propulsión de la hélice de proa es la que determina su efectividad y no la potencia de su motor. La efectividad viene dada por el resultado de la combinación de los siguientes factores: la potencia del motor eléctrico, la hélice (diámetro, paso y número de revoluciones) y también la mayor o menor pérdida de efectividad en el conducto o túnel. La fuerza de propulsión nominal sólo se puede alcanzar en condiciones óptimas, pudiendo verse afectada de forma negativa por los siguientes factores:

– Una tensión de alimentación baja en el motor como consecuencia de una tensión de batería insuficiente. (Es recomendable instalar una batería independiente para el propulsor.)

– Caída de la tensión debida a cables demasiado largos o de sección inferior a la correspondiente.

– Capacidad de batería insuficiente.

– Posición del conducto o túnel y su conexión con el casco. (Forma de las aberturas del túnel.)

– Forma y tamaño de las rejillas de protección de las entradas del túnel. (En caso de instalarse.)

También es importante tener en cuenta que cuanto menor sea el diámetro del túnel, menor será su resistencia bajo el agua y, por consiguiente, menor la pérdida de velocidad en navegación. Además, un diámetro pequeño permite que el túnel se pueda situar más a proa, lo que mejora considerablemente su efectividad por el aumento del momento de giro de la embarcación.


Si la instalación está bien hecha, en las embarcaciones a vela, la pérdida de velocidad en navegación es mínima. Foto: Jordi Maseras.
También existen sistemas retráctiles, cada vez más utilizados en las embarcaciones a vela, que permiten que la obra viva no se vea alterada durante la navegación. Estos métodos también permiten instalar el conjunto más a proa, aunque tienen el inconveniente de que ocupan un mayor espacio en el interior.

Debido al alto consumo de los motores eléctricos de las hélices de proa, es aconsejable su utilización únicamente durante unos segundos para acabar o empezar una maniobra. Deberíamos colocar el barco en su amarre con la ayuda del motor o motores principales y contrarrestar la deriva o el abatimiento con la hélice de proa en el último momento.

Por último añadir que, desde hace algunos años, existen unos conjuntos monitorizados más sofisticados que, cuando se activan, conectan el motor principal, el piloto automático y la hélice de proa en un solo mando en forma de joystick de manera que durante las maniobras de atraque y desatraque el gobierno del barco se realiza únicamente a través de este mando.


Posted  by Jordi Maseras

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