miércoles, 29 de octubre de 2014


Jornadas académicas “Género y derechos humanos en África”

El grupo de Amnistía Internacional Tenerife invita a toda la comunidad universitaria a participar en las jornadas académicas “Género y derechos humanos en África”. Tienen como objetivo acabar con la “visión estanca del continente africano y acercar al público una nueva visión sobre el papel de la mujer en los procesos sociales y políticos que ocurren dentro y fuera del continente”. 

Fecha: 31 de octubre 

Lugar: Salón de Actos de la Sección de Ciencias de la Información de la Universidad de La Laguna. 

Inscripciones: www.uimp.es/agenda-link 

Para asistir como oyente: tenerife@es.amnesty.org 

Más información y programa en la web de la UL

EL VAPOR TERESA

El vapor ARGENTINA & EMMA fue botado en 1870 por R & J Evans, de Liverpool, con el número de grada 37. Era un vapor a hélice con casco de hierro. Se construyó como ARGENTINA & EMMA para la compañía ET A/S, con matricula de Stavanger (Fuente: Joe McMillan).
En 1876 lo compra la naviera Vapores Correos de Puerto Rico (popularmente conocida como La Puertorriqueña), y lo renombra MAYAGÜEZ.
Es destinado, en primera instancia, al tráfico de altura con destino a las Antillas.
Sobre el tráfico con Puerto Rico recomiendo un estudio titulado “Relaciones comerciales y transporte marítimo de Puerto Rico en el siglo XIX. (Una mirada desde el puerto de Mayagüez), escrito por Antonio Nieves Méndez, que, aunque con algunas imprecisiones, es de un gran interés histórico.
Cadiz. Vapore TERESA en fecha indeterminada. Foto Autoridad Portuaria de Cadiz.jpg
Cadiz. Vapore TERESA en fecha indeterminada. Foto Autoridad Portuaria de Cadiz.jpg

No es hasta 1891 que el pequeño vapor pasa a ser propiedad de Línea de Vapores Serra, de Bilbao, cambiándosele el nombre a TERESA.
En 15 de abril de 1897, en viaje de Gijón a Bilbao, con carga general, se pierde a la salida del puerto de Gijón. Lo narra el diario El Noroeste, en su edición de sábado, 17 de abril de 1897, en que leemos: …”El naufragio del TERESA.
Como á las tres de la tarde de ayer puso en movimiento para hacerse á mar el vapor «TERESA», de la Compañía Serra de Barcelona, que procedente de Liverpool y Coruña había entrado en este puerto hace unos tres días.
El «TERESA» después de haber alijado unas 460 toneladas de carga general que para aquí traía, en su mayor parte maíz y maquinaria, hallábase despachado para Bilbao, á cuyo punto llevaba el resto de su cargamento.
Situado el buque entre puntas, las gruesas mares que en aquellos momentos recalaron, le obligaron á ciar para evitar que el oleage le abatiese sobre el muro de Fomento.
Uno de los vaporcitos pesqueros que en aquel momento se disponía á salir, tuvo que parar su máquina en espera de bonanza. Cuando éste maniobró para enfilar la barra, el «TERESA» picó otra vez máquina avante, pero al hallarse el buque fuera de Liquerica, como á la mitad de su casco, volvió la mar, faltándole una de las amarras que había dado al citado muelle para hacer cabeza. La gruesa marejada siguió abatiendo el buque contra tierra y ante el temor de que faltase la otra guindalesa que tenía dada por la proa, fueron desde á bordo lascando, en términos de que la situación del TERESA era ya muy comprometida, no quedando al práctico que le mandaba más recursos, según opinión en las personas inteligentes que presenciaban la maniobra, que el salir por el Carrero ó ciar para entrar de popa en el puerto.
En trance tan apurado, faltó el otro cabo que el «TERESA» tenía amarrado al estremo del muelle, y entonces ordenaron de á bordo máquina avante. No tardó en detenerse el vapor á consecuencia de haber embarrancado sobre el bajo llamado Piedra del vendabal al Oeste de la canal del Carrero, Infructuosos fueron cuantos intentos se hicieron en la tarde y noche de ayer para traer á tierra la tripulación, que se nos dice está compuesta de más de 20 individuos.
El punto en donde naufragó el «TERESA» es de los más peligrosos para las embarcaciones, por romper la mar sobre los costados del buque, así es que tanto el vaporcito remolcador como una de las lanchas traineras, propiedad de nuestro amigo el Sr. Sendin, tripulada por nueve robustos marineros, no se determinaron á salir de barra por temor á un contratiempo, debido á la mucha mar que recalaba.
El TERESA telegrafió que se le mandase pronto socorro, contestándole de tierra el personal de la Comandancia de Marina, que el auxilio era comprometido, que se le enviarla auxilio en cuanto fuera posible, que se aguantasen á bordo y que se vigilaría durante la noche la playa, por si ocurriese novedad.
Muchas personas se extrañaron de que la Junta de Salvamento de Náufragos, no tuviese dispuesto ninguna clase de auxilios para estos trances y es lo cierto que se halla bien deficiente de cuantos aparatos necesita una estación, para el servicio de un puerto como el nuestro.
Para estos casos debiera de contarse con un buen salvavidas, además de los lanzacabos que hoy tiene.
A la hora en que escribimos estas líneas a las cuatro de la mañana, aún siguen á bordo en situación desesperada, los tripulantes y el práctico de turno.
No es de esperar que ocurran desgracias personales, porque la mar abonanzó algo y el buque está enfilado á los mares.
¡Quiera el cielo que así sea! Desde tierra se observó que el «TERESA» disponía sus botes para echarlos al agua.
Uno de ellos fue seguidamente arrancado por la mar, arrastrándolo hasta cerca del Dique.
Presenciado este imponente espectáculo puede decirse que todo Gijón se hallaba en los muelles de Fomento y Liquerica y las tripulaciones de los buques en sus jarcias.
Durante toda la noche el «TERESA» estuvo largando cohetes de bengala y desde tierra, tanto la Comandancia de Marina con su jefe y ayudante como varios de los que componen la Junta de Salvamento, se hallaron en vela con el personal suficiente para tripular una lancha y el vaporcito remolcador «RAFAEL» que salió varias veces de puerto y estuvo con la máquina encendida en espera de órdenes.
El buque y cargamento se consideran totalmente perdidos y nada se sabe si están asegurados.
Últimos detalles. La tripulación salvada.
A las cinco de la mañana salieron del puerto el vapor «JULIA» y una lancha, consiguiendo ésta acercarse al TERESA y recogiendo dos tripulantes, que fueron conducidos a tierra.
A las siete próximamente, hízose á la mar el vaporcito «MUSEL», remolcando un bote con objeto de recoger el resto de la tripulación pero tuvo que volverse atrás á causa del mal estado de la mar. Enseguida, salieron dos traineras de D. Valentín Sendin, una de D. Juan Sánchez León, y el salvavidas de la Institución de Salvamento de náufragos; las cuatro embarcaciones pudieron, á costa de gran trabajo de los valientes marineros que la tripulaban, acercarse al «TERESA», pero, al poco tiempo, el salvavidas, efecto de un golpe de mar, se fue á pique, próximo al vapor.
Las tres traineras fueron poco á poco recogiendo toda la tripulación, la que consiguieron traer á tierra sin novedad alguna.
Los generosos y valientes marineros que las tripulaban, eran objeto de unánimes elogios por parte del numeroso público que presenciaba su arrojo y pericia. Nosotros nos complacemos en tributarles nuestro aplauso y nuestro agradecimiento por su humanitaria obra de esta mañana.
La tripulación componíase de 25 hombres, sin contar con el práctico, y todos, afortunadamente, pudieron saltar en tierra á las ocho y media de la mañana.
He aquí sus nombres:
Minervino Moriyón, Práctico.
Víctor de Arana, Capitán.
José Ramón Bollar, oficial 1º; Juan Bautista Echevarría, oficial 2º; Cesáreo Sarasola, contramaestre; Bernardo García, primer maquinista; Salvador Coll Izquierdo, segundo; Manuel López Landrobe. Tercero; José Mera, Manuel Guisando y Ángel Blanco, fogoneros; Cesáreo López, calderetero; Juan Gabaldá y José Regueiro, paleros; Frutos Ugalde, Vicente Mata, José Conde, Jacobo Solo, Manuel Lojo y Erigido Arriandiaga, marineros; Francisco Osamis, carpintero;Felipe Zabala, mayordomo; Luis Elorriaga, cocinero; Vicente Aratueca, camarero; Lorenzo Rementería, mozo; Gregorio Sagasti, marmitón.
El Sr. López de Haro, Comandante de Marina y el consignatario del buque náufrago Sr. Menchaca, así como otros señores que pertenecen á la Institución del Salvamento, estuvieron en vela toda la noche y toda la mañana, hasta que vieron salvada toda la tripulación.
Inmenso gentío acudió á los muelles á ver al «TERESA» que está como petrificado.
Algunos creen que si abonanzara el tiempo, quizás pudiera salvarse el barco y la carga. Otros, en cambio, creen que el buque no tardará muchos días en ser completamente deshecho por las fuertes mareas reinantes”…
Otra versión de la historia la narra el diario El Litoral de Asturias, en su edición de 18 de septiembre de 1897, en su número 67 del Año I. Leamos: …”Ahí está, testimonio de esas amarguras, el vapor «TERESA», que parece alcanzarse desde el monte de Corona, que parece tocarse desde la punta de Liquerica, que parece dispuesto á cruzar los mares, y yace empotrado en la roca como un paralítico en el lecho.
El «TERESA», perdido á la vista del puerto, es el recuerdo vivo de una noche tristísima para los gijoneses.
Era el Jueves Santo. El vapor «TERESA», de más dé mil toneladas, perteneciente á la matrícula de Santander, se hacía á la mar con cargamento de maquinaria para Bilbao.
Estaba cerrado el puerto. El estado del mar era imponente. Salía el «TERESA» de puntas, y las embestidas de las olas le rompieron el cabo que los buques de gran calado dan á tierra para hacer cabeza y enfilar la barra.
Multitud de gijoneses presenciaban la salida del barco. La situación del «TERESA» era muy comprometida. Roto el cabo, si ciaba, hubiera chocado contra la punta de Fomento. Si daba máquina avante, se perdía en el bajo que señala la baliza. Y como no se podía perder un segundo, porque el mar batía horriblemente sobre el costado de estribor, arrastrando el barco hacia el paredón de Fomento y amenazando estrellarlo allí, el práctico intentó hacerse á la mar, ganando el canal del Carrero.
Era el recurso de un marino avezado. La gente de mar, que desde el muelle presenciaba aquella maniobra dificilísima afirmó que era la única que en trance tan apurado podía realizarse.
El canal fue enfilado sin dificultad; y cuando faltaban ya pocos metros para que el barco se pusiera en franquía, cuando el público del muelle, cada vez más nutrido, anhelante, esperaba por momentos ver al «TERESA» victorioso, dominando los rudos ataques de su poderoso enemigo, se le vio detener su marcha de repente.
Una pequeña desviación sufrida, á consecuencia de las violentas corrientes, y efecto de la mucha caída por el enorme oleaje, le había hecho encallarse en la peña Vendabal.
Al notar que el barco no obedecía, se mandó dar máquina avante; pero la gigantesca peña penetró en los pantoques, y éstos se desgarraron más, quedando el «TERESA» incrustado.
La tripulación se refugió en el puente. Las olas barrían la cubierta. La muerte amenazaba caer sobre aquellos valientes que en vano habían luchado con titánicos esfuerzos; la lucha por la vida… Todo era inútil.
Ya lo dijo también el poeta: Vano es luchar. Las olas van y vienen, y vamos y venimos con las olas.
Y los espectadores que desde Liquerica adivinaban más que veían entre las sombras de la noche aquella tragedia del mar, hallábanse imposibilitados de prestar el auxilio que con urgencia demandaban desde el buque bengalas y cohetes.
La noche fue horrible. Gijón entero acudía á los muelles, contando las horas, los minutos que faltaban, para que la luz del día permitiera acudir en auxilio de los tripulantes del «TERESA».
Al amanecer aumentó el pánico de aquellos aterrados espectadores, porque la bandera apareció amorronada en el palo mayor.
Los que toda la noche estuvieron esperando un recalmón, pudieron, auxiliados por la luz del sol, realizar el peligroso salvamento con vapores pesqueros y traineras.
Por las escalas de gato, que las olas agitaban en violentas sacudidas, salváronse todos los tripulantes.
Allí dejaron, en el puente, una ternera y un perro, con un balde de galletas. Un golpe de mar los barrió; pero solo sucumbió el perro. El otro náufrago, su compañera de infortunio, la ternera, apareció tres días después pastando con buena prisa en un prado inmediato á la playa de Jove.
El baño le había abierto el apatito”…
Firma el artículo M. Martin Fernández en Gijón, en Septiembre del 97, según información tomada del diario El Liberal.
Los restos del buque se subastaron, ya que se dio por perdido, y como siempre en nuestro país, el retraso en la extracción de la carga del buque dio origen a algunos dichos en lo que para expresar lentitud o retardo, se hacía símil con el buque.
La subasta de los restos del buque se la llevo un buzo de Coruña, según narra el diario El Litoral de Asturias, Año I, Núm. 12, en su edición de 14 de julio de 1897, en que cita: …”Por fin el vapor TERESA ha sido subastado con adjudicación.
Un buzo de la Coruña ha dado 15.001 pesetas. Si consigue como pretende, poner á flote el vapor, hará un bonito negocio.
Así se lo deseamos”…
No lo pudo reflotar, pero fue vendiendo los restos en subastas, según eran recuperados. Como curiosidad, las pertenencias de los marineros alojados en la proa se pudieron salvar en su integridad.

Fallecimiento de Luis de la Sierra.Historiador naval.

Nos deja un legado importante, reunido en dos grupos y compuesto por 17 libros de historia naval y viajes. Al primero, publicados por Editorial Juventud, pertenecen los títulos “Buques suicidas. Historia de los submarinos de bolsillo, torpedos humanos y botes explosivos en el siglo XX” (1958), con el que obtuvo el Premio Virgen del Carmen; “Titanes azules. Acciones navales de la Segunda Guerra Mundial” (1963), “Corsarios alemanes en la Segunda Guerra Mundial” (1969), “La guer...
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Juan Carlos Díaz Lorenzo Luis de la Sierra, oficial retirado de la Armada española e historiador naval, falleció el pasado 11 de octubre en Palma de Mallorca, ciudad...
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